Hemos asistido a una charla muy instructiva de la mano de Carmen Ferrer.
Partiendo de los ingredientes básicos de la repostería, nos ha llevado de viaje por la Historia de la Humanidad.
Desde el Paleolítico ya hay indicios de la presencia de cereales en la dieta: las marcas en dientes y los aperos para cosechar.
Un cambio climático cambió drásticamente la vida de aquellos primeros seres humanos y el medio ambiente dejó de ser un paraíso generoso. Empezaron a desarrollar técnicas que les permitieran sobrevivir, introduciendo nuevos alimentos y la necesidad de cultivar.
Ya en el Neolítico, el desarrollo de la ganadería posibilitó no sólo la provisión de carne sino de productos derivados como la leche y los huevos.
Desde el Antiguo Egipto se conocen los hornos y molinos de mano, que vuelven más digerible el cereal. También la miel, y las abejas, gozaban de mucho prestigio entonces.
Un pensamiento de paz para la cuna de la civilización, Siria, desde donde nos vino el maravilloso aceite de oliva.
Desde milenios, el ser humano ha repetido los mismos gestos y buscado compartir sabores. Y así, descubrimos que entre las estatuillas egipcias de panaderos de hace cuatro milenios y Carmen enseñando a hacer torta fácil a su nietecico no hay distancia.
Quedan flotando ideas muy interesantes:
- que en realidad como especie estamos todavía en pañales.
- que somos el resultado evolutivo de miles de antepasados de todos los rincones del globo.
- que hay conocimientos que aparecen en la especie de modo simultáneo en lugares alejados.
¡¡Muchas gracias a Carmen y a todos los que asististeis!!
Partiendo de los ingredientes básicos de la repostería, nos ha llevado de viaje por la Historia de la Humanidad.
Desde el Paleolítico ya hay indicios de la presencia de cereales en la dieta: las marcas en dientes y los aperos para cosechar.
Un cambio climático cambió drásticamente la vida de aquellos primeros seres humanos y el medio ambiente dejó de ser un paraíso generoso. Empezaron a desarrollar técnicas que les permitieran sobrevivir, introduciendo nuevos alimentos y la necesidad de cultivar.
Ya en el Neolítico, el desarrollo de la ganadería posibilitó no sólo la provisión de carne sino de productos derivados como la leche y los huevos.
Desde el Antiguo Egipto se conocen los hornos y molinos de mano, que vuelven más digerible el cereal. También la miel, y las abejas, gozaban de mucho prestigio entonces.
Un pensamiento de paz para la cuna de la civilización, Siria, desde donde nos vino el maravilloso aceite de oliva.
Desde milenios, el ser humano ha repetido los mismos gestos y buscado compartir sabores. Y así, descubrimos que entre las estatuillas egipcias de panaderos de hace cuatro milenios y Carmen enseñando a hacer torta fácil a su nietecico no hay distancia.
Quedan flotando ideas muy interesantes:
- que en realidad como especie estamos todavía en pañales.
- que somos el resultado evolutivo de miles de antepasados de todos los rincones del globo.
- que hay conocimientos que aparecen en la especie de modo simultáneo en lugares alejados.
¡¡Muchas gracias a Carmen y a todos los que asististeis!!
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