Salí de bajo la piel de cordero a la fría bruma del otoño. Busqué leña para avivar el rescoldo del fuego. Empecé a soplar para que saliera llama.
Caliento mis manos. El resplandor atrae a mis hijos, que se acuclillan alrededor. El chisporroteo nos alegra y nos despeja.
"A mí es que el fuego me emociona".
Siento el olor de humo y pienso en el sabor de la caza que traerán los hombres de la tribu antes del anochecer, si el dios de la caza les acompaña.

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